Hija de Olga María Timotea y Manuel Eleazar

Hermana de Marcelo y Gustavo

Mamá de Brunella

Desde muy temprana edad se manifestó en mí una fuerte vocación de servicio, que creía heredada de mi padre.

Con los años comprendí que esa vocación venía conmigo, al igual que mi profundo interés y conexión con el mundo espiritualidad.

Estar en comunión con estos dos aspectos de mi vida me hacía inmensamente feliz.

Temas como el sentido de la vida o el de la propia existencia, estuvieron presentes en mí desde que era niña. Sentía que algo mas allá de lo que nuestros sentidos nos permiten percibir, aguardaba a la espera ser develado.

Caritas anónimas institucionalizadas en un tutelar de menores que a diario veía, conmovieron mi corazón y me motivaron a estudiar Derecho. Quería cambiar la vida de esas almas, a las que sentía se les había robado su inocencia y arrancado, de a pedacitos, parte de su propia historia.

Ese ideal que busqué en las leyes de los hombres no lo encontré.

A mis 47 años, por distintas circunstancias que venían aconteciendo en mi vida, decidí ir en busca de lo que me hacía feliz, volví a escuchar a mi niña interior, que siempre había estado ahí, acompañándome y emprendí mi propio viaje interior que me conectó, con lo mas sagrado de mí, mi esencia.

Un viaje sin fin, que tiene la magia de llenarme de paz, de una profunda paz que no puede ponerse en palabras, solo vivenciarse por quien se haya encontrado.